OTRO MUNDO ES POSIBLE

A nivel mundial en esta coyuntura actual, los grandes poderes del mundo son impotentes en sus esfuerzos de detener lo que ellos mismos han creado. En lo más inmediato están lidiando con el surgimiento de fuerzas terroristas como ISIS, Al Qaeda y Boko Haram. Aun más contundente es la amenaza del cambio climático porque ninguna bomba y ninguna estrategia militar pueden detener su avance. El cambio climático amenaza el planeta convirtiendo muchas partes en áreas ingobernables hasta inhabitables. Centroamérica queda dentro de una zona altamente vulnerable frente al cambio climático. La existencia del Corredor Seco es un síntoma de un cáncer ya esparciendo.

James Lovelock, científico y autor de la teoría de GAIA estimó que con un aumento de 4 grados centígrados promedio en el mundo, 90% de la raza humana sería eliminada más que todo porque la producción de alimentos puede bajar de una manera contundente. USAID proyecta un aumento de 4 grados por el año 2080 en El Salvador.

Con el cambio climático, grandes sequias combinadas con temperaturas altas y sostenidas pueden eliminar fuentes de alimentación convencional. De los 3 granos más comunes en el mundo: arroz, trigo y maíz, el maíz es lo más vulnerable.

La compañía transnacional Monsanto está contemplando mover su plantación de maíz desde “el cinturón de maíz” en el área paracentral de los Estados Unidos hasta el norte de Manitoba, Canadá, 1,000 kilómetros del Circulo Árctico. Si Monsanto puede cruzar fronteras, ¿Qué va a hacer los pueblos centroamericanos?  El establecimiento militar estadounidense ya está contemplando planes para contrarrestar las olas de “refugiados climáticos”.


¿Qué hacemos? Hay que tomar en cuenta que la acción o inacción de ahora va a determinar qué tipo del mundo las niñas y niños de hoy van a heredar. Ya es la hora para pensar cómo podemos crear las condiciones para la seguridad alimentaria, seguridad hídrica y estabilidad climática  en las décadas venideras. El Salvador puede desempeñar un papel crítico en la creación de un modelo vivo del Buen Vivir. Puede mostrar que es posible hacer un revés a la ecuación fatal de la modernidad de emitir más  gases sofocantes a la atmósfera que el mundo puede captar dado el alto grado de la desforestación. Al contrario, con urgencia necesitamos minimizar emisiones y maximizar su captación.

Con el modelo convencional, la totalidad de la actividad productiva y económica es altamente carbono positivo y contaminante. La modalidad de agricultura especialmente desde la imposición de la Revolución Verde, es muy dañina y agotadora de suelos y recursos. La agricultura debe servir como base de la protección ambiental y motor de estabilidad climática. El uso de químicos tóxicos y la práctica de la quema han sido un ataque frontal en contra de la vida biológica y un factor en la proliferación de la epidemia de insuficiencia renal. Las otras actividades, desde la construcción de inmuebles hasta la confección de bienes y los procesos industriales no son guiadas por ningún criterio ambiental o climático.

Cambiando culturas y costumbres es como desviando un caudal del rio. La tarea es excepcionalmente difícil pero excepcionalmente necesaria. Un país aspirando ser carbono negativo debe buscar modalidades de asegurar alimentos, agua y aire para un futuro muy adverso.  Por ende, la construcción de nuestras barreras, trincheras y defensas en general debe ser acción generalizada. Dentro de nuestro quehacer, no hay una actividad más imprescindible que una reforestación estratégica.

La reforestación es el mecanismo más idóneo para la seguridad hídrica y en la captación del dióxido de carbono. Los bosques nos dan sombra efectivamente enfriando todo que queda bajo su canope. La reforestación estratégica debe enfocar también en la creación de una reserva alimentaria, recuperando todas las especies de árboles y arbustos con frutos comestibles. La formación de “Bosques Comestibles”  puede ser el factor determinante en la prevención de hambrunas repetidas dado la vulnerabilidad de granos básicos.

La Madre Tierra hogar de un espectro de materia prima constructiva también nos puede solucionar el problema de la vivienda digna, de inmuebles y muchas obras públicas. Incluido en el plan de reforestación, debe ser el cultivo del bambú estructural, cáñamo etc. para evitar los estragos ambientales y climáticos que surgen a raíz de la producción de concreto, cemento, acero y hierro. Tales cultivos pueden servir como base de un eco-economía popular. Tal economía puede contar con una cadena productiva desde los productores de materia prima hasta los trabajadores quienes pueden crear valor agregado de una manera ambientalmente amigable. Cultivar, construir y confeccionar puede ser la fórmula para agilizar tanto la reinserción de los privados de libertad como la inserción de aquellos jóvenes en riesgo.  Un eco-economía popular puede reemplazar procesos de extracción y procesamiento contaminantes y agotadores de recursos.

A nivel energético, podemos diseñar fábricas para la producción local de paneles solares.  Podemos alterar el “manejo de fuego” para evitar fugas de gases de efecto invernadero y evitar fuentes de contaminación desde los fogones caseros hasta ladrilleras e ingenios, así como procesos industriales. Utilizando la pirolisis para producir el biocarbón, una maravilla muy poco apreciado, podemos reintegrar el carbono que tradicionalmente causa el cambio climático para crear fertilidad y mantener humedad de suelos. ¡Y HAY INDICACCIONES QUE EL BIOCARBÓN ES UN INSTRUMENTO IDONEO PARA REMOVER PESTICIDAS Y METALES PESADOS DE AGUAS MUY CONTAMINADAS!

Hay muchas más ideas que podemos integrar en una visión del futuro. Lo importante es soñar y crear ese mundo que las generaciones venideras necesitan. Hay algunos que aspiran a un El Salvador  mucho más “desarrollado” con estructuras  más grandes de concreto y cemento, con menos árboles, con más centros comerciales, más canchas de golf y más extracción de materiales que contaminan y agotan recursos no renovables. Al final, ese “desarrollo” va a evaporar fuentes de agua y contaminar lo que queda. Para que una visión alternativa eche raíces y tome forma, necesitamos ser propositivos. ¡Otro mundo es posible!

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