Para un El Salvador Sano y Sostenible

Un Recorrido por el Paraíso
(Por Miguel Hoffman - experto en Cambio Climático)
miguelito.elsalvador@gmail.com

Hace un poco, un grupo fuimos a Guatemala rumbo a la frontera con México. Allí un señor chapín preocupado por los efectos ambientales y climáticos, ya desfigurando y tragando el mundo natural, creó un paraíso. Por muchos años, su finca sirvió como potrero, lo que compactó y degradó la tierra.  Hace siete años, el señor decidió sembrar varias especies del bambú incluyendo Asper.  Hoy después de esos años, las macollas están tocando el cielo.



La finquita es un bosque encantado. Cuando entramos, las brisas y vientos hacían que las varas mecían suavemente.  Escuchamos el canto forestal. Se sentían que los bambúes estuvieran silbando en coro. Al tocar la vara, entendí porque el Asper ganó su apodo: “el acero vegetal”. No es una etiqueta vacía. Las pruebas arquitectónicas muestran que tiene una fuerza comparable a acero.  

Las macollas del bambú tipo Asper fueron obras de arte, milagros de la naturaleza. La macolla fue redonda y grandísima. Una macolla cuenta con cien varas o más, con cada vara concentrando una cantidad gigantesca de biomasa.  En la naturaleza no hay nada comparable. Ese bambú no solo es fuertísimo. Es renovable. Cosecha tras cosecha solo genera más material fuertísimo.

El Asper es hijo meritísimo de la Madre Tierra que ayuda a recuperar el recurso hídrico. En la finca se veía agua cristalina fluyendo en manantiales en medio de las macollas gigantescas del bambú. La sombra bajo las bóvedas del bambú nos ofreció un refugio del calor del día. La carpeta de hojas ya generó una capa de suelo fértil reponiendo una abundancia de nutrientes en la tierra.



Dentro de algunos años, la cepa se convierte en una macolla gigantesca.



La finquita de Guatemala representa un microcosmos de posibilidades para recuperar El Salvador y el mundo. Puede figurar dentro de un plan integral para proteger la biodiversidad y darnos los medios de un desarrollo sano y limpio. Esa modalidad contradice la lógica del modelo dominante actual que insiste en la extracción y procesamiento de materia prima que deja la Madre Tierra herida, envenenada y desangrada.



El bambú estructural puede ayudar a erradicar el déficit de vivienda en El Salvador 



Existe una verdad dentro de ese mundo que gira alrededor del mercado: es más rentable destruir que preservar. Es más lucrativo explotar que hacer florecer. Compañías como Coca-Cola están captando grandes cantidades de agua, secando uno de los acuíferos más estratégicos en El Salvador. 

Oceana Gold está enjuiciando al país por $300 millones buscando el derecho de rociar toneladas de veneno al ambiente para poder sacar el oro y las ganancias y dejar enfermedades, miseria y muerte en el país. Compañías de cemento y concreto están desforestando las orillas de ríos, sacando grava y roca. Sus actividades estiran los ríos, gravemente afectando caudales y corrientes. 

Los Agro-servicios insisten en promover insumos tóxicos que se filtran a los ríos y destruyen riñones. Del otro lado, el bambú es tan eficaz en la recuperación de las cuencas hídricas que en Ruanda, África, legalmente se requiere el uso del bambú a lo largo de las orillas ribereñas.

Ya es la hora de quebrar el molde porque el molde nos está quebrando. El modelo es inservible e insostenible. En lugar de buscar rentabilidad para unos pocos, la nación necesita buscar sostenibilidad para la gran mayoría. En un mundo hecho mucho más complicado por el cambio climático, un viraje fundamental es sumamente urgente.




De todas las tareas, es imprescindible crear un marco jurídico constitucional, asegurando que la actividad humana no perjudica los recursos y procesos naturales. Una tarea de alta prioridad es controlar la comercialización de los bienes naturales sagrados para nuestra existencia como el agua. Pero de nada sirve tener una ley perfecta del agua, sin tener agua. Necesitamos ser proactivos en la expansión y protección de áreas forestales. Bosques renovados pueden captar el agua y succionar el dióxido de carbono que genera el cambio climático. 

Dentro de un plan estratégico, los bosques pueden servir como base de la seguridad y soberanía alimentaria. Árboles de ojushte, marañón o moringa son mucho más resistentes a los estragos del clima que los granos básicos y nos proveen con grandes cantidades de proteína completa, minerales y vitaminas.

Plantas como el bambú o cáñamo nos presenta con las otras piezas del rompecabezas. El bambú como fuente renovable puede reemplazar la leña, salvando cantidades de árboles.  Tanto el bambú como el cáñamo pueden servir como base de un eco-economía popular. La materia prima sacado de esas plantas pueden convertirse en casas dignas sismo y huracán resistentes, en ropa, en papel y aun en alimentos muy nutritivos.




El gran interrogatorio es cómo ir desde aquí hasta allá. ¿Cómo podemos cruzar ese puente, superar los prejuicios, cambiar tradiciones y crear un modelo verdadero del Buen Vivir? La pobreza misma hace muy difícil transiciones y transformaciones. Fuerzas económicas tradicionales resisten cambios que son muy difíciles de acaparar, dominar y monopolizar. El gran salto cualitativo vendrá a raíz de una sintonía amplia y coherente a niveles gubernamental, estatal, institucional, comunitario, cooperativo y en la medida posible empresarial. 

Las empresas necesitan entender: si bien es cierto  es más rentable destruir en corto plazo, ninguna empresa es sostenible dentro de un contexto de caos climático y una quiebra del ecosistema. No habrá una economía si no hay raza humana.

Todo está dentro de nuestro alcance. El desaparecimiento del agua por todas partes y la formación del famoso “Corredor Seco” están despertando un sentido de preocupación profunda dentro de la población. Esa preocupación está inspirando una búsqueda para alternativas viables y sostenibles.
El interés ya es palpable en muchos niveles. Se debe extender unos reconocimientos muy especiales a los grupos e instancias por su consideración, entusiasmo  e interés en crear ese mundo renovado. 

Debemos reconocer la facultad de agronomía de la Universidad Nacional y en particular su programa de Biotecnología por sus esfuerzos valientes de realizar el “in vitro micro propagación” del bambú tipo Asper. Tal esfuerzo puede generar cantidades enormes de cepas que pueden hacerse macollas grandes que un día puede salvar ríos y amparar la población ahora sofocándose o mojándose en casas de lámina,  plástico o cartón.



Buscando yemas para el in vitro micro propagación del Asper


Se debe reconocer el esfuerzo grande de personal del programa del bambú del MAG en San Andrés, Santa Ana, dando perspectivas y ayuda técnica en cuanto a la plantación y el manejo apropiado del bambú. Igual se debe reconocer los esfuerzos del conjunto de 16 alcaldías del Frente en Chalatenango dentro de AMUCHADES. 

De una manera muy especial hay que señalar la iniciativa del alcalde Felipe Tovar de San José las Flores en abrir un espacio para el cultivo del Asper. Hay que extender una gratitud para la organización Pro-Vida por su apoyo material a la alcaldía de las Flores. Su papel inagotable a favor de La Ley General del Agua combina perfectamente bien con una política proactiva de rescate de zonas de recarga hídrica y cuencas hidrográficas por medio del bambú. Dentro de la zona, también hay que extender gratitud al gobernador departamental José Alas por su apoyo y consideración.





La juventud chalateca en el proyecto de San José las Flores, cultivando el futuro 

Se debe extender un agradecimiento especial para los enormes esfuerzos de la alcaldía de Tecoluca, su alcalde Jeremías y su proyecto bello denominado: “Una Idea Loca”. Se está organizando la juventud para crear un centro del bambú dentro del Parque Tehuacán. También han designado un terreno notable para el cultivo del Asper. Además, la alcaldía ha mostrado un espíritu muy solidario involucrando en la proyección general, lo demás 17 alcaldías de San Vicente y La Paz aglutinados en la Asociación  Municipal de los Nonualcos, sin consideración de banderas políticas o ideologías. 
  
Para el área geográfica entre el norte y sur, hay que dar gracias al Movimiento Ciudadano Participativo de San Juan Opico por todo el entusiasmo que ha mostrado sobre el uso del bambú para recuperar los ríos locales y sus proyecciones para la vivienda popular a favor de sus habitantes. Dentro de la zona, hay que reconocer  las unidades ambientales de Suchitoto y Soyapango por su tiempo y consideración. También hay que extender gratitud especial a la gobernadora de La Libertad, la Lorena Araujo por sus esfuerzos nobles de lograr dignidad y bienestar para su pueblo y por considerar opciones ambientales y sociales que puede ofrecer el bambú.

Hay que reconocer un gran espectro de organizaciones populares quienes por años han luchado por un país sano, sostenible y saludable. Por el apoyo que brindaron, por el entusiasmo que mostraron así como por su paciencia divina esperando la avalancha del bambú estructural, hay que reconocer el liderazgo y bases de CONFRAS, FEDECOOPADES, CRIPDES, CORDES, UNES, ADES, el Consejo Nacional Agropecuario y el Consejo de Comunidades Marginales. Hay que extender gratitud para organizaciones de vivienda popular, FUNDASAL y FESCOVAM por su consideración de modalidades de construcción ambientalmente amigable como del bambú. Entre las instancias de promoción agrónoma, hay que agradecer a los técnicos y dirección de CENTA  por su tiempo e interés en el asunto del bambú como un componente en  la recuperación ambiental.

Extendemos un reconocimiento especial para los veteranos de guerra del FMLN de San Salvador  y miembros de ALGES por considerar proyectos de rehabilitación para los discapacitados y desempleados. 

De una forma muy especial también debemos expresar gratitud al liderazgo del sindicato ANDES 21 de junio y en particular Israel Montano por su interés inagotable a favor de un sistema ejemplar de educación. A la vez su interés es admirable en considerar la creación de una infraestructura educacional que es ambientalmente amigable por medio del bambú.  

Aparte de los grupos e instancias gubernamentales, hay una cantidad notable de profesionales arquitectos, ingenieros y agrónomos quienes expresaron su disponibilidad de contribuir de una forma muy concreta a una visión de un El Salvador vibrante, renovado y recuperado. Hay algunos con experiencia y otros sin experiencia con el bambú, pero todos tienen interés en explorar modalidades de manejo y uso de esa materia tan valiosa.

Al final, hay que reconocer a nivel global existen pocos gobiernos comprometidos con el Buen Vivir, una modalidad de actuar, pensar y sentir en sintonía con nuestra Madre Tierra. A pesar de grandes retos y adversidades, el gobierno actual está buscando solvencia ambiental y social. A nivel operacional, los ministerios asumen las tareas más imprescindibles para asegurar el mejor funcionamiento del país y la mejor calidad  de vida de sus habitantes. 

La tarea de dar la pauta de cómo dirigir la política en las aguas desconocidas de la época del cambio climático cae sobre los hombros del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. 

En particular, hay que extender un agradecimiento enorme a la Ministra Lina Pohl, por su dedicación y su disponibilidad de escuchar sobre posibilidades.  Hay que reconocer su disposición de explorar y considerar todas modalidades de rescatar nuestro pulgarcito, incluso  el uso del bambú estructural en la recuperación de los ríos salvadoreños.

Muchas gracias a todas y todos. ¡Adelante El Salvador!






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